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Mostrando entradas de 2016

Armonízar la dependencia

Asumimos papeles de mando cuando apenas somos capaces de gobernar nuestros instintos. El ego permanente se encarga de dar al traste con todo aquello que imponemos para contramedir el impulso animal primitivo. Esta convivencia entre ego fabricado y animal sin domesticar coexisten frente a un alma hambrienta de serena compatibilidad. Lo alto y lo bajo se manifiestan de esta forma impidiendo la emergencia del término medio que alimenta el equilibrio de los opuestos. Queremos gobernar desde arriba sin reducirnos a lo que consideramos abajo, sin caer en la cuenta que lo que es allí también es aquí . Descubrimos al pensar en esto que al final todo es ego disfrazado, porque el instinto real no obedece a restricción, tan solo a conciencia. Reprimir su función antagónica nos lleva a acumular la presión oportuna para un desastre inevitable. Mientras, fabricamos ilusiones que enmascaren los minutos que pasamos frente al espejo para no darnos cuenta de ello en nuestros ojos. La mirada n

Partir desde la base

Los complejos que inundan nuestra sociedad se diluyen cuando el simple gesto de respirar diferencia con claridad al día de la noche. Esperamos ausentes de nosotros mismos a que el orden sea construido desde el permanente esfuerzo, sin pararnos demasiado a pensar el motivo de nuestra creciente complejidad. Los días se evaporan mientras cansamos el espíritu intentando dilucidar el origen de nuestros demonios. Los sabios aclaran poco cuando nos sumergimos en sus reflexiones interminables, esas que siempre concluyen en la nada inevitable de toda ficticia creación. El Tao nos aguarda en todo constantemente, pero no nos convence su cruda realidad. El hambre de sentido del hombre nos impulsa a construir castillos de aire en los que no cabe ni un alfiler cuando conseguimos saturar de tonterías nuestro presente. Desde ahí el pasado se vuelve lastre y el futuro un muro infranqueable; tan solo un momentáneo instante de silencio resquebraja nuestra propia obstrucción construida y, de golp

Acumular virtud

Maitreya (The Buddha of the Future) Country: China Date: 557-581 Medium: Bronze and gilding Mudra Nos afanamos en conservar lo que en su propia naturaleza no perece. Necesitamos comprender el sentido de la restricción para justificar nuestro arrebato hacia el animal que nos contiene sin diferenciar con claridad quién habla con quién. Es el vacío el que otorga su poder en una estructura anclada en la mesura. Que vigila el éxodo involuntario de su propia voluntad disfrazada de fluidos que empujan desde dentro como si algún gusano lo llamase. Ese momento de tensión inalterable en el que la virtud se contamina de presencia y la carne, infalible en su capacidad de fallar, nos promete un minúsculo instante que declina nuestra esencia preparada para otros fines. Sucumbimos a esta receta de la reserva para mantener la firmeza que el carácter requiere pintado de ideal, aunque en lo más irrelevante de nuestro propio eco asentimos conocedores de la ilusión melancólica que todo esto sus

El arte de la guerra I

Iniciamos un análisis veraniego complementario a nuestra habitual reflexión sobre el Daodejing , nos referimos al Sun Tzu, El arte de la guerra . Cabe preguntarse por qué es importante este libro para los practicantes de artes marciales. Quizá, desde la perspectiva del que pretende profundizar en el sentido de su entrenamiento, esta pregunta carezca de sentido pero, para el que se asoma ahora a este viejo y nuevo mundo, para el que comienza el estudio de la vía, el arte de la guerra puede ser una fuente de sentido práctico, simbólico y filosófico, entre otros muchos, y una fuente de inspiración de incalculable valor. Existen numerosas versiones y traducciones del texto original, pero no ha sido nuestra intención hacer un análisis exhaustivo de contenidos en planos comparativos ni en valoraciones filológicas que escapan a nuestra limitada capacidad de erudición. Hemos querido abordar una reflexión práctica que nos sea de utilidad para replantearnos las cuestiones que nos competen

Luz que no deslumbra

Antes de hacer un malicioso análisis de uno mismo es conveniente definir el principio y final que nos divide. Establecer el marco en el que discurre lo justo que nos sitúa justo en el centro de nuestro sentido, ni un milímetro más ni un milímetro menos. Avanzar directo puede ser una fórmula que comprometa nuestro sentido grupal insoslayable. El mar comienza en el horizonte y termina en una orilla en la que entra y sale a su placer, mas no gobierna en realidad el daño que inflige a la costa, tampoco la forma en que engulle y escupe el sol. Son los límites del otro los que configuran los nuestros, es nuestro espacio bien delimitado el que evita que caigamos en la desgracia de querer ser más que otros, de exponer rectitudes que no van con el orden de un universo incomprensible. Aceptar lo natural nos aleja de la desgracia escondida en una irreal felicidad permanente, tan solo el silencio nos corrige antes de que el ansia de ruido nos corrompa. Ir y venir pero sin demasía, sin arr

Simple por sí mismo

Difícilmente apelamos al desencuentro de un estado de nuestro ser con otro que nos inunda por completo. Cada segundo es un misterio en el que somos traspasados por agujas cortantes transformadas en ideas, ideas de otros, de nuestro grupo, de ese que invade fielmente nuestra singular monología. Somos miseria en un mar de prohibición que nos controla alertado por la posibilidad de enriquecernos. Cada gramo de oro se torna lágrima en los ojos de alguien que no sabe cómo ni por qué se le quita el algo imprescindible. Cada gramo convertido en kilo requiere el daño como fértil aglomerante que convierta, por presión, un trozo podrido de humanidad en diamante. Ese malestar que vivimos felizmente nos reduce sin remedio, nos exprime el alma para dar sus gotas de sal a ese que vive succionando la vida a los otros. ¿Cómo no negociar en un mundo que es, en sí mismo, un mercado en el que el producto, el usuario y el vendedor son piezas semejantes pero desordenadas? Cuanto más intentamos g

Misteriosa identidad

Para que nada te corte, siembra el silencio en el corazón que se nos ha prestado en este tránsito efímero que recorremos. El oculto resplandor no es nuestro, no es realmente la luz que nuestros ojos creen observar. Al mezclarnos en la oscuridad global que atesora nuestro sentido grupal extravagante, en ese proceso que también no cesa de empujar, nos vemos obligados a ser aquello que no pretendíamos en nuestras primeras ilusiones. Cuando navegamos en sofás, desdibujados ahora en la memoria, y éramos felices recreando en nuestra mente una historia de héroes y villanos terribles que resultábamos, de algún modo, ser nosotros mismos adelantándonos al tiempo, experimentábamos un proceso de fusión lleno de alardes, de magníficas glorias expectantes. Éramos el proyecto magnífico de lo humano en un mundo repleto de otros corazones semejantes. Eran días de paz y de guerra, de sombras y luces, días sobre todo intensos del vivir. En ellos crecimos aceptando y rechazando constantemente regal

¿Dónde está la bella?

Lamentamos sucumbir al derrumbe de nuestra ilusoria fortaleza cuando el alma animal se manifiesta. Es ocasional pero nos perturba el pensamiento que creíamos equilibrado. Asumimos un centro de cuyo equilibrio excluimos a un caos necesario y fundamental para dar vida a lo creativo. Ser como pequeños recién nacidos no nos garantiza acceder directamente al estrado de la verdad. Tan solo en el silencio de una soledad trabajada nos damos cuenta de esto y la ausencia se va convirtiendo, por sí sola, en el psicopompo que nos eleva de lo terreno a lo celeste. No hay engaños que valgan cuando descansamos en nuestro sincero pensamiento. Solo desde él podemos darnos cuenta de cómo dirigimos la fuerza en nuestro interior, cómo nos dominan los pensamientos que viven a más profundidad de la que alcanzan nuestras inmersiones circunstanciales. Estos pensamientos que se perfilan como una suerte de sueño estigio, nos acaban llevando a vivir la vida como un sueño en el que nos alejamos en to

Honrarás a tu padre y a tu madre

Dirección del libro  Mirar hacia atrás recuperando la conciencia heredada quizá nos aproxima, de una forma más precisa, a la realidad de lo que somos. No podemos dejar de pensar hacia afuera sin detenernos a vislumbrar las luces que nuestros ancestros dejaron en nuestro interior. Depurar esas luces de las sombras adheridas nos permite un mayor nivel de luz interior para descubrir nuestro principio. Hacerlo es tarea irremediable si queremos dar a luz el espíritu que espera pacientemente a nuestro despertar. No vamos de sobrados, esperamos simplemente a conocer el sentido de este embarazoso proceso mediante el cual nuestro espíritu se perfila como un instrumento más de un plan universal interminable. Viajamos en el espacio y en el tiempo a través de los recuerdos sin pararnos a pensar si realmente son nuestros o los heredamos de nuestros antepasados. Rendirles culto es un acto de perfeccionar nuestra tarea permanente hacia lo iluminado de nuestra esencia. Es crucial descubrir es