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Mostrando entradas de enero, 2019

Perros de paja. 49

El acento de nuestra perspectiva determina el contenido que acumulamos. Lo volcamos sin descanso desde el exterior en espacios interiores que no hemos terminado de comprender. La voz que escuchamos nos parece de otro mundo, pero nos engaña el velo de la oscuridad que construye nuestra permanente generación de ideas. Ese acento derivado, una y otra vez, al abismo de las profundidades insondables, el espacio de lo que realmente nos conecta con el cielo y nos arranca del suelo, es la clave misteriosa que por si misma se desvela. Es la llave que nos abre la puerta al infinito cuando dejamos de admirar la cerradura. Por eso aferrarse al detalle es una forma estúpida de evitar la expansión natural a la que nos invita la semilla real del saber, esa que intuimos pero que apenas podemos sujetar desde la rutina sumatoria de síes y noes. Su naturaleza es el flujo no la quietud, su interés para nosotros trasciende la conciencia simple de lo que somos, se aleja de nosotros para enseñarnos