Ir al contenido principal

Simple por sí mismo


Difícilmente apelamos al desencuentro de un estado de nuestro ser con otro que nos inunda por completo. Cada segundo es un misterio en el que somos traspasados por agujas cortantes transformadas en ideas, ideas de otros, de nuestro grupo, de ese que invade fielmente nuestra singular monología.
Somos miseria en un mar de prohibición que nos controla alertado por la posibilidad de enriquecernos. Cada gramo de oro se torna lágrima en los ojos de alguien que no sabe cómo ni por qué se le quita el algo imprescindible. Cada gramo convertido en kilo requiere el daño como fértil aglomerante que convierta, por presión, un trozo podrido de humanidad en diamante.
Ese malestar que vivimos felizmente nos reduce sin remedio, nos exprime el alma para dar sus gotas de sal a ese que vive succionando la vida a los otros. ¿Cómo no negociar en un mundo que es, en sí mismo, un mercado en el que el producto, el usuario y el vendedor son piezas semejantes pero desordenadas?
Cuanto más intentamos gobernar lo ingobernable más avanzamos hacia el precipicio, un arcoíris gris de futuros en los que todo lo que somos desaparecerá para ser, tan solo, un eco de lo que pudimos ser sin conseguirlo.
Seguimos hablando de riqueza mientras el hambre entra a destajo en puertas que chirrían, en umbrales oxidados desde dentro en los que no queda lo más mínimo para hablar de dignidad. Ese mundo torpemente cultivado llena y vacía sin equilibrio lo que el destino y la suerte han deparado al neonato.

Es hora de gritar y sacar las garras del silencio y la quietud, para que el alma madure a su debido tiempo. Es siempre sin duda el momento. Sin desearlo realmente conseguimos sobresalir solo para exhalar silencio en derredor y, quizá pronto, alguno escuche nuestro lamento para compartirlo; a veces el silencio se transmite más veloz incluso que el ruido ensordecido. Qué nos queda en nuestro reducto más que ser, acaso, un puro y breve fragmento de nosotros mismos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comenzamos en octubre 2013

Comenzamos en octubre el Club de Lectura Kan Li. La actividad del club estará centrada en los textos sobre artes marciales y todos los aspectos relacionados con ellas. Hemos abierto un apartado en este blog en el que se detallan las características generales del proyecto, nuestras motivaciones para ponerlo en marcha y su estructura general y de funcionamiento inicial. Todos los meses nos reuniremos para conversar e intercambiar impresiones sobre una lectura predefinida. El club está abierto a todos los alumnos de nuestra escuela que quieran participar. Para esta primera ocasión hemos elegido un texto de gran calado filosófico. Es de gran interés para cualquier practicante de artes marciales y no está exento de lectura complementaria, lo cual siempre es un aliciente para utilizarlo como ventana hacia otros universos escritos. El libro se titula en castellano «Zen en el arte del tiro con arco» y fue publicado por primera vez en el año 1953. Es un libro de experiencias y pensam...

El maestro. 71

Entender en qué punto del camino debemos pararnos para explicar lo inexplicable es trabajo de sabios, de ingenuos o de inagotables. El motivo de enseñar se difumina si no se encuentran escondidas las claves del misterio profundo de lo evidente. Nadie sabe nada y todo el mundo esconde en su interior todo el conocimiento necesario. El maestro lo sabe. El incauto permanece a la espera de que las revelaciones que debe construir ocurran como por arte de magia. Nada puede suscitar lo profundo sin una cuestión irresuelta. Dar esa luz es imposible sin haber germinado antes la oscura presencia de la duda. Es ahí donde radica el arte de enseñar. El enojo es el compañero del que aprende esperando que todo sea tal y como espera. El nombre no se revela, pero la luz comienza a aparecer al fondo de la primera pregunta. Es el maestro el que prende ese fuego, desde su ejemplo inmaculado o desde la oscura incoherencia que existe en la superficie de toda persona. No es bueno, no es ejemplar, no es impres...

Próxima cita 31/10/2014

De nuestra anterior cita en la que tratamos el capítulo 1 del Lao Zi de Mawangdui sacamos un interesante debate que apuntaba bastante alto. Aunque pequeño, el texto es de tal magnitud que en breves palabras apunta directamente a los pilares del «sentido» sobre el que opera lo existencial, dentro de un equilibrio aceptable, cuando no natural hasta sus últimas consecuencias. Su crítica directa a los valores confucianos es indiscutible si bien el texto se revela más como un aviso o advertencia que como una crítica a estos principios. Aclarar el concepto de virtud desde la visión del sabio taoísta frente a la ficticia virtud no es sino una forma de fijar cuál de ambos caminos se perfilan óptimos en la propuesta del tao. Rito frente a naturalidad nos ofrece también una reflexión interesante sobre la vacuidad de lo artificial en el sentido puro de la búsqueda del propio sentido. El adorno nos aleja de la realidad del objeto de nuestra búsqueda, mística, en tanto nos seduce en el e...