Explotamos convencidos de nuestro éxito venidero. Pensamos que un mero amasijo de fibras musculares puede más que una tormenta del desierto. Estamos tan acostumbrados a imaginar a seres todopoderosos que olvidamos nuestra minúscula insignificancia en el engranaje infinito que mueve el universo. Si bien este olvido se torna imprescindible precisamente por la conciencia clara de esta diferencia de magnitudes, ¿cómo soportar el peso de una claridad tan grande? Somos pequeños pero grandes nuestras aspiraciones que no cumplen los mínimos de adaptación. No podemos contener en nosotros el universo porque no hay continente ni contenido que crear o percibir, solo magma infinito. Ese magma fluye como el agua, tiene propiedades líquidas en la interacción permanente de todas sus partículas. Cuando algo se mueve todo se mueve. Cuando aumenta la temperatura ocurren ciertas cosas, cuando disminuye ocurren otras. Todo el juego del flujo depende de la temperatura y esta, aunque podamos darle