Empecé este proyecto de una forma muy diferente a lo que puede parecer inicialmente. La creación de un club de lectura en nuestra escuela de artes marciales fue, sin duda, una oportunidad por reflotar los textos clásicos del Daoismo que siempre han resonado en mi viaje a través de esta maravillosa filosofía. Necesitaba elevar a un contexto más popular, y a la vez personal, un tipo de acción que me permitiese profundizar, compartir y entender un poco mejor el territorio que estaba explorando. Hoy sigo haciéndolo sin descanso.
Las quedadas del club de lectura, en línea con el proyecto de biblioteca del centro, así como las posibilidades de reflejar todo lo que íbamos moviendo en estos apartados literarios de la formación, me parecía un trabajo necesario, motivador y excitante.
Aunque en las primeras etapas del proyecto abordamos temas muy diversos y llenos de contenidos relacionados con la filosofía, la historia o las artes marciales en general, todo fue evolucionando y focalizándose hacia un espacio mucho más preciso y concentrado. Gracias a esta focalización y a la determinación que obtuve de navegar las turbulencias de oscuridad en la que nos introducen los diferentes textos clásicos de la filosofía daoista, me sigo atreviendo a compartir mis sentimientos en forma de palabras y mis inquietudes sobre este universo plagado de realidades, profundidades y esperanzas de luz.
La despedida del club de lectura me permitió desprenderme de esta carga autoimpuesta de forzar el compartir para centrarme en mi propia forma de descubrir, de sentir y de imaginar ideas, conocimiento y sentimientos de otras dimensiones y temporalidades plenas de sentido para mi alma. Es desde ahí desde donde escribo, proyecto y comunico, siempre a mí mismo, todo aquello que soy incapaz de decirme sin la intermediación de mi propia escritura.
El alma está siempre más escondida de lo que nos gustaría y el cielo no facilita mucho la tarea de atravesarnos y sentirlo. Es por esto por lo que leer, sentir y meditar sobre los textos clásicos me ha permitido superar determinados aspectos de los límites que mi propia educación y vivencias me imponían.
Del mismo modo que el Taijiquan me enseñó a entender mi corporalidad, mi dinamismo y mi movimiento/quietud interior, también mi mente se hace eco de los mensajes que reflejan estos textos. En ellos me veo envuelto en un proceso de relación interminable, un proceso en el que descifro significados a base de movimientos, ritmos respiratorios, abstracciones y sentimientos inexplicables desde la razón.
Si hay algún motivo para abordar este proyecto es sencillamente este: navegar entre palabras llenas de alma y sentido de la misma forma que navego el viento y mis silencios entre árboles, mar o paredes cubiertas de libros mientras mi cuerpo se mueve de la forma que mis maestros me enseñaron.
Sentir con pureza es la única vía que entiendo para acercarme a ese centro que permite la vivencia feliz del equilibrio interior. En estos libros están todas las claves para hacerlo.
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