Un orden universal aparentemente alterado es el resultado de encumbrar a la inteligencia por encima de la intuición. Los sabios de antaño promovían este pensamiento ofreciendo fórmulas impensables en nuestro tiempo. No usar la inteligencia parece una metáfora imposible de descifrar desde la atalaya de la sociedad del conocimiento, parece imposible de admitir. Sin embargo, los maestros hablaban desde profundidades a las que la mayoría de las personas actuales no nos hemos asomado. Son espacios del entendimiento en el que se parte de una serie de bases predefinidas que simplemente hemos descartado centrándonos en el humo de la hoguera. Lo simple frente al mensaje es descartar su complejidad. Lo inteligible es solo la superficie de una idea que puede tener múltiples estratos; formas mentales que nos lleven a afirmar precisamente lo contrario de lo que aparentan las palabras que pretenden definir la idea. Quizá por eso, el gobierno del sabio que invita a que la gente no tenga con