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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Espera el instante

La victoria superficial no es nada cuando nos jugamos el alma. Un alma que curtida en educaciones inconcebibles se engalana de pormenores para evitar el tedio de no sentirse más que en referencia de algo. La proactividad del combate es tan sutil como un hilo de seda entre los dientes, que no profundiza más allá del límite de la piel en la encía. Si forzamos, sangramos, si nos quedamos en la puerta no entramos, si pretendemos algo más que aquello en lo que el mero acto de la guerra consiste, herramos. El sin sentido de luchar hacia fuera nos lleva a precipitar nuestra derrota interior aunque haya luces que celebren nuestro desatino; no es gratuito, brilla el alma por su ausencia y eso lo determina finalmente todo. Es complejo renunciar a la gloria imaginada cuando aún no hemos comenzado a sudar bajo la cota, es preciso, imprescindible, apremiante, reducirnos. Bajar del corcel que corre hacia el precipicio para sentir victoriosos una caída cuyo límite está como siempre en el suelo