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Mostrando entradas de julio, 2018

40 Los hombres están hambrientos

¿Qué entendemos por pueblo llano? Qué entendemos por los de arriba? Malgastamos una parte importante del vivir planteando cómo poder hacerlo según la norma. Buscamos ser y tener antes que solamente existir conscientes de que esto, progresivamente, se acaba. La merma de la vida es equiparable a un breve suspiro del universo en el que nos enfrascamos en tareas inútiles diferenciando esto de aquello. Los que pueden, los que tienen, los que gobiernan, son siempre aquellos cuya ambición, ego y avaricia supera la media de los circundantes. No somos pasto ni rebaño, pero lo parecemos cuando desatendemos nuestra sagrada misión de vivir libres de trampas. El panorama siempre es oscuro si miramos de soslayo, percibiendo en detalle la tela de araña en la que estamos inmersos. Hablamos de red olvidando el significado real de esa palabra. Parece una broma en la que lo más evidente se diluye en lo ilusorio para mostrarnos en nuestras narices cómo muchos se alimentan de nuestras vidas.

¿Ser o no ser el verdugo?

¿Quién soy? ¿Cuál es mi cometido? ¿Hasta qué punto es este mi camino? Estas preguntas invaden el alma de cualquiera que reflexiona en la dirección interior. Podemos sucumbir al pensamiento y desviar nuestros objetivos sin apenas darnos cuenta de ello. Miramos para otro lado intentando, sin querer, evitar las cuestiones que son verdaderamente fundamentales. El vacío nos llama, pero nuestra mente indiscreta se esfuerza por llenar todo el espacio en el que manifestar lo que esencialmente somos. Retomar ese camino, el del solo de violín (consciente) que apenas es acompañado ocasionalmente por la orquesta (de razonamientos interminables), es la vía desde la que podemos entender fugazmente nuestro destino. Una comprensión tan rápida, tan directa, tan profunda, que no deja rastro en la razón para divagar sobre ello. Instalada en el alma profunda nos aclara las cuestiones trascendentales que tanto nos inquietan, dejando al corazón como emisario. Superado el bache toca saber qué nos

Valentía y temeridad se superponen sin descanso

La gran dicotomía radica en los extremos que los textos antiguos nos invitan visitar. No estamos en línea entre lo que sí y lo que no, sin embargo, parece que todo lo que hacemos ahonda en la idea de que vamos contracorriente. Sin valor no podemos afrontar la fe que se nos pide. Sin mover montañas voluntariamente nos encontramos a veces con un magma inesperado justo bajo nuestros ojos, sin rojo ni calor, pero todo se mueve sin que nosotros podamos hacer más que navegar lo indescifrable. Es infinita su complejidad y desnuda nuestra osadía al pretender adentrarnos sin una esperanza realmente consciente. Estamos ahí, esperando a un final en el que pretendemos entender lo que no conseguimos hacer en vida. Es difícil admitir esta propuesta sin pararnos a pensar. Es difícil pensar cuando la propia magnitud del problema invalida los minúsculos procesos de nuestro efímero intelecto. Es difícil SER cuando renunciamos a los recuerdos, la razón y nuestras expectativas. Vencer sin luchar