Maitreya (The Buddha of the Future) Country: China Date:
557-581 Medium: Bronze and gilding Mudra
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Nos afanamos en conservar lo que en su propia naturaleza
no perece. Necesitamos comprender el sentido de la restricción para justificar
nuestro arrebato hacia el animal que nos contiene sin diferenciar con claridad
quién habla con quién.
Es el vacío el que otorga su poder en una estructura
anclada en la mesura. Que vigila el éxodo involuntario de su propia voluntad
disfrazada de fluidos que empujan desde dentro como si algún gusano lo llamase.
Ese momento de tensión inalterable en el que la virtud se contamina de
presencia y la carne, infalible en su capacidad de fallar, nos promete un
minúsculo instante que declina nuestra esencia preparada para otros fines.
Sucumbimos a esta receta de la reserva para mantener la
firmeza que el carácter requiere pintado de ideal, aunque en lo más irrelevante
de nuestro propio eco asentimos conocedores de la ilusión melancólica que todo
esto suscita al que está tras los polos.
Tiempo y espacio se escapan y los observamos alejarse,
detenidos, en un momento no circunscrito si queremos a esta vejación imaginada.
Vemos pasar los días y los años. Vemos modificarse la tierra que pisamos, unas
veces sin color, otras desilusionada del daño que le hicimos al señalarla. El
alma se nutre de principios y en la base de nuestra pirámide escondida está
permanente el principio fundamental de nuestro sentido. Ese se reparte por
doquier cuando las fauces de la bestia se desmadran y muestran más blancos que
rojos los colmillos.
Al interior le repugna la sangre, pero convertida en el
nacar de la vida se pregunta para qué contener lo destinado a fluir desde
nosotros. Quizá al convertir el vino en pan no nos damos cuenta que la vida se
nos escapa un poco más deprisa sin tergiversar nuestro sentido existencial.
Quizá estamos para eso o quizá para otros menesteres menos espirituales. El
alma no nos lo dice para que la eterna duda nos propague el desconsuelo que nos
invita a avanzar un paso más desde la orilla.
El ángel que vendrá, el que dura eternamente, llegó antes
de que empezáramos a buscarlo y permanece ligado a lo que creemos que somos
para susurrarnos desde siempre, tú eres eso.
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