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Mostrando entradas de febrero, 2016

Misteriosa virtud

Buscamos un sentido intentando dar forma a lo informe. Creemos que el cielo nos cobija a nuestro antojo y que todo el universo se manifiesta en un leve reflejo de un pensamiento que se nos fuga inesperado. El cielo es el cielo. Nosotros recogemos lo sembrado pero es el cielo el que nutre el alimento que nos inscribe en el registro silencioso del ser, sin nombres, sin apellidos, sin forma. El agua no decide su volumen en el cántaro que la contiene ni entiende al calor que la evapora. Es la consciencia de su naturaleza dinámica, adaptable, sensible, nutritiva la que le da sentido a conocerse. El Tao nos reúne y nos lanza allá donde el destino del conjunto lo requiere en un plan insospechado.  Comidos, crecidos y formados, qué más podemos pedir que ser conscientes del milagro imperceptible. Ser testigos mudos hacia afuera de lo que nuestro corazón goza ante una creación tan desbordante, tan efímera y tan infinita a nuestros ojos. Es una inercia ancestral que se propaga entre las