Ir al contenido principal

¿Dónde está la bella?




Lamentamos sucumbir al derrumbe de nuestra ilusoria fortaleza cuando el alma animal se manifiesta. Es ocasional pero nos perturba el pensamiento que creíamos equilibrado. Asumimos un centro de cuyo equilibrio excluimos a un caos necesario y fundamental para dar vida a lo creativo.
Ser como pequeños recién nacidos no nos garantiza acceder directamente al estrado de la verdad. Tan solo en el silencio de una soledad trabajada nos damos cuenta de esto y la ausencia se va convirtiendo, por sí sola, en el psicopompo que nos eleva de lo terreno a lo celeste.
No hay engaños que valgan cuando descansamos en nuestro sincero pensamiento. Solo desde él podemos darnos cuenta de cómo dirigimos la fuerza en nuestro interior, cómo nos dominan los pensamientos que viven a más profundidad de la que alcanzan nuestras inmersiones circunstanciales. Estos pensamientos que se perfilan como una suerte de sueño estigio, nos acaban llevando a vivir la vida como un sueño en el que nos alejamos en todo momento del presente. ¿Qué lógica nos arrastra a ese fondo y qué herramientas podemos utilizar para abordar nuestra tarea de descubrir la realidad?
Seguir el Tao es complejo y fácil a la vez. No debemos hacer nada, no debemos sobresalir, no deberíamos esforzarnos en hacerlo más allá del límite que intuimos necesario en nuestra pequeña labor permanente.
Para ello debemos estar en armonía integrando ese caos que no podemos dominar junto a cualquier razonamiento derivado. Observar es una forma de sentir profundamente la realidad que nos invade para, de su eco, extraer los filamentos deshojados que tienen algo que decirnos sobre nuestro principio. Ese algo nos aporta el conocimiento que anticipa el desastre de desgastar vanamente la energía que tenemos para subir hasta el cielo que disipa cualquier dualidad.
Esta honda virtud que pretendemos buscar tiene un sentido en lo más profundo de nuestra reflexión. Parecemos estar ligados, anclados, vinculados sin remedio a la bestia interior que nos ha ayudado a alcanzar esta época de atroces disfrazados, de mentiras ensalzadas, de palabras vacías y actos desproporcionados.
En esta desgracia en la que vive nuestro mundo siempre tenemos la opción de apostar por el silencio, por la solitaria reflexión que nos haga pensar en los que son injustamente sacrificados por el enorme grupo desmerecido del que formamos parte.
Ahora, quizá más que nunca, tenemos que limpiarla de todo aquello que nos impregnan con finura los malvados y dirigir nuestra energía a generar una mente limpia como la de un bebé. Una mente que aprende a concentrarse en hacer que el espíritu, en su manifestación individual o colectiva, nos aproxime a una forma coherente de integrar a la bestia y la bella que todos hemos contenido siempre.  Debemos hacerlo con el mismo amor que llevó a Psique a lo más profundo del Hades para reparar su vínculo con Eros y ser así bendecida por Zeus con la inmortalidad.
No perecerá el espíritu que acceda al plano de crecimiento destinado, tan solo tenemos que ver claramente cómo se articula el proceso de desgastar este ego torpe y construido por el bosque de bestias en el que vivimos, un lugar en el que apenas unos pocos miran en su interior y se preguntan ¿dónde está la bella?

Comentarios

Entradas populares de este blog

El valor de detenerse. 70

Es difícil pararse cuando se acumula tanta inercia. Cuando los actos del pasado reciente se ven abrumados por el impulso de lo antiguo no queda otra que seguir avanzando, asumiendo líneas que no decidimos, líneas impuestas por otros tiempos y otras almas. No es preciso distinguir si nuestra densidad tiene algo que ver con nuestra profundidad; la carga no tiene nombres y se establece antes incluso de que nazcamos. Es el aliento el que comienza a insuflar energía a dinámicas que se manifiestan como nuevas en nosotros, pero que ya venían atravesándonos. El carro siempre ha estado lleno de pesadumbre, pero también adornado de grietas luminosas que le hacen presentir su desenlace. Lo correcto no está exento de dudas, pero en la liviandad del silencio interior las dudas se desmigan en el mar de la confianza. Es el vacío lo único que garantiza la pureza, es el silencio interior el que nos muestra que la coraza inservible de lo instrumental solo está ahí para garantizar su eterna permanencia.

Dao De Jing. Subir lento y bajar pronto. 66

Llevar tacones o ponerse de puntillas nos hace parecer altos como no somos. En el Tao la apariencia choca frontalmente con la realidad para conjugar sus pareceres. No podemos elevarnos más de lo que somos, pero ¿quién sabe realmente lo que es? El deseo de estar vinculado al mundo, de formar parte de él sin menoscabos no es cuestión baladí. Es el ignorante el que sueña con un trono solitario desde el que ser admirado pero incomprendido. La fama no es apta para aquellos cuya misión es mundana, diaria, constante y sin brillo. Es importante no aspirar a aquello para lo que no estamos hechos, para lo que no estamos preparados o para lo que sentimos que nos acabará destruyendo como a tantos. Las cimas están para escalarlas y bajar de ellas de inmediato. La visión, el eco de la imagen que nos permite el ascenso y la cima misma son ya diferentes cuando bajamos reflexionando sobre todo ello. La bajada entraña también sus peligros, pero el espíritu pleno por la cercanía del cielo sigue ensim

Lo creativo

Aparece frente a mí, imponente. Su escalera me alumbra un posible camino de llegada a mi objetivo, pero difícil, escalonado, exigente. Nada es lo que parece a simple vista y esta imagen me lo muestra, impasible, consciente de que el tiempo siempre juega en mi contra y mi decisión es la que acorta la demora. Una escala apuntando a un junio soleado en el que el cielo como testigo y destino exige cuatro pilares para sostener el ascenso. Elevación, logro, propiciar y perseverancia. Cuatro exigencias que en sí mismas configuran cada uno de los seis peldaños premonitorios. Crear. ¿Quién crea si partimos de una base celeste que nos alienta y nos define en nuestra más profunda naturaleza? Aquello para lo que nacimos, para lo que morimos, ese destino pendiente de escribir se nos muestra libre, intercalado, potencialmente sinérgico con los diez mil seres que nos acompañan en el tránsito permanente del ahora. Ahora es el momento de empezar la subida sin cuestiones. Que la certeza pueda