paseando por la orilla de mis sueños
tus fríos pies te delatan
el sueño, efímero, se me torna insuficiente.
Apenas te deshojo entusiasmado
mientras el sueño intenta vencer este rojo amanecer
pero el alba siempre es más poderosa
y en un rayo de luz de la mañana
viajan mis sueños a tu lado.
Darte sin pedirte nada
mi credo se estremece al susurrarme tus suspiros
los ojos, aún cerrados
me durmieron mis tristezas
y, sin quererlo, me despiertan aun mis dudas.
Vuelvo a sentirte en el acto de buscarte,
el vello encrespado de la mañana
me obliga a refugiarme en tu leve tacto
siempre con el pensamiento enquistado
sobre la certeza de tú verdadero deseo.
El ahora se transforma constante para darme sol y luna
y mi periplo adormecido no me deja nada sobre lo que amar
el sueño, engañoso, es una mezcla de recuerdos inexistentes
y la realidad de la mañana
no es más que un espejismo delicado
que construye nuestro anhelo.
El fin temprano de lo que buscamos bajo las crueles sábanas
las que nos expulsan de un mundo inmaterial menos doloroso
es un llanto cantado de antemano
un lamento descalzo como ella
que deja marcado el camino de lo que fuimos
al menos, en sueños, ella me contesta entre la espuma.
Espero, sereno, vislumbrar el horizonte de la almohada
susurrando en rezos un roce
rebuscando piel en los pliegues redoblados
mientras que el movimiento, lento,
me acerca al silencio permanente de lo incierto.
Un tenue rayo se filtra en mi ventana
y desaparecen con mi pensar
los bellos ecos de lo indiscreto
mis manos aún no se han despertado
pero el tacto viaja a lomos del horizonte.
¿Estaremos ciegos al dormir?
¿Soñarán los mares y los cielos nuestras vidas?
Estas vidas violentas en las que nos debatimos
entre ser o no ser, imaginar o sentir.
Vuelvo a tu silueta plagada de deslumbre
a ponerme a tu espalda intentando llenar de piel
cada huella que dejaste en la arena
como si el pan que me regalas no fuese más que un vacío arrepentido
y en la forma de tus pies
intentase yo encajar mis corazones.
Te sigo, a distancia, esperando a que decidas girar tu mirada
pero el sol que te atrapa y me deslumbra
es un duro adversario del deseo
quizá su fuego no sea más que ternura
y el rojo amarillento en la mañana
una simple propuesta hacia lo dulce.
Me arrastro, no sé ya si sábana o arena
no encuentro piedra en el camino que no tenga tu forma
no me salpican gotas que no sean tus humedades soñadas
no encuentro firme en el que apoyarme para subir
y poder de nuevo rescatar mis nubes de tu tormenta
El cielo me aplasta
como si la mañana no fuese todo lo bella que puede ser
y la promesa del día
además de emborronar mi observarte
es tan solo un desquite momentáneo
que consigue sacarme de tu ahora.
Estréname otro día
piensa que te siguen algo más que mis anhelos
estudia en tu camino vacío
qué huellas mías te gustaría encontrar.
Dibújamelas en tu paseo para que yo pueda leerlas
y antes de que el mar borre tu mensaje
permíteme acelerar mi paso para verlo
para recostarme en él y volver a soñarte.
No puedo, desnudo, imaginar otro silencio
otro espacio que no tenga tu figura
no puedo permitirme soñar con otro pelo
con otra brisa perfumada como la que tú
en tu estela temprana
me regalas sobre el viento.
Despierta temprano mi amor
que necesito llenar de vida mi sentido
que no puedo esperar a que los ojos abiertos
me muestren otro amanecer distinto al tuyo.
Levántate a mi lado
para que mi solitario regazo se convierta en ternura
y el nacer de mi día no ocurra entre afonías
prefiero un simple murmullo.
Respira lento para que pueda aspirarte
remuévete despacio
para que mis manos dibujen tu movimiento
mientras mi corazón marque un ritmo que me estremezca simultaneo
Quizá mi día a día es una esperanza
y el permanente y triste discurso de mis miedos
es aquello que me impide tu realidad
respira de nuevo sobre mí para que mi primer pensamiento
sea solo un puente entre mi sueño sobre ti y mi presente.
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