Ir al contenido principal

Misterio de los misterios. 45



La diferencia entre lleno y vacío va mucho más allá de la apariencia, se aleja de cualquier reducción a la que nuestra mente nos invite. Esta voluntad de ajustar los significados para que lo enorme quepa en lo minúsculo es tendencia natural de lo limitado. Lo hacemos porque sólo así podemos atisbar algunos de los matices del aroma absoluto.
Llenar y vaciar un vacío que parece estar lleno, un juego de palabras y un sin sentido a la lógica que gobierna nuestros actos. Es el principio inmanente de todo el que debemos aceptar como inalcanzable.
Percibir un poco no es mucho, pero compensa el vacío total al que nos termina llevando cualquier encadenamiento racional. Lo intentamos solventar imaginando realidades irreales porque esa es la naturaleza de nuestro pensamiento, poner imaginado lo que creemos que falta.
Pero falta tanto que poner que tan solo fragmentamos ligeramente la razón. Lo hacemos para que la luz que se filtra desde el infinito ilumine sin sentido todo lo que hacemos y somos. Ser y no ser, tener y no tener, siempre viajando de una reflexión a otra mientras en el transcurso estroboscópico de nuestro pensamiento acelerado vislumbramos penumbras, sombras, arquetipos que nos señalan un más allá incuestionable.
El Tao está ahí, es indiscutible el orden y concierto de la conciencia, la fragilidad de lo construido, su impermanencia. Intentamos nombrar pero erramos, intentamos dejar de pensar en él y nos llega algo que suscita de nuevo nuestra curiosa insistencia. Este vaivén de saber y no saber es el baile de la vida, el espejismo en el que se aparecen y desaparecen nuestras emociones, nuestros recuerdos, nuestros sentimientos. En la oscilación del alma recogemos y depositamos cosas de un lado a otro llenando y vaciando cosas que son vacías y llenas a la vez.
Sin discutir nos entregamos a una u otra parte del desempeño creyendo hacer siempre lo correcto, aquello que nos dicta nuestro instinto que no es más que reflejo.
El alma vuela en los sueños y nos despoja de la certeza de lo tangible, reproduciendo sin materia todo aquello que creemos sentir en exclusiva en el mundo, eso que llamamos realidad. Soñamos o estamos despiertos, estamos soñando que soñamos y, a la vez, despertando permanentemente desde el mundo de lo oculto.
Lo sabemos, no necesitamos reflexionar sobre ello, pero la dureza de la vida, la inconsistencia de todo lo que existe en relación a algo más, desbarata cualquier tranquilidad que esta certeza nos podría regalar. Por eso el sabio se escapa, huye a la montaña para excluir de la ecuación los roces ruidosos de la mera convivencia de los seres. Prefiere la compañía de la luna, el susurrar del viento entre los árboles y el suave sonido de los animales que viven en el mismo espacio pero sin estorbarse.
Ese vacío es el principio de los seres, es el final de lo que queremos creer en esta madre tierra que nos construye célula a célula, aliento a aliento, sueño tras sueño. Solo en el brevísimo espacio que divide el sueño de la vigilia, en esa grieta minúscula en la que la razón baja la guardia, adquirimos las certezas que el día y sus secuaces intentarán arrebatarnos. Es en ese momento en el que somos conscientemente inconscientes y el Tao, el que no podemos nombrar ni describir, se manifiesta en nuestro corazón para sugerirnos seguir caminando sin preguntas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comenzamos en octubre 2013

Comenzamos en octubre el Club de Lectura Kan Li. La actividad del club estará centrada en los textos sobre artes marciales y todos los aspectos relacionados con ellas. Hemos abierto un apartado en este blog en el que se detallan las características generales del proyecto, nuestras motivaciones para ponerlo en marcha y su estructura general y de funcionamiento inicial. Todos los meses nos reuniremos para conversar e intercambiar impresiones sobre una lectura predefinida. El club está abierto a todos los alumnos de nuestra escuela que quieran participar. Para esta primera ocasión hemos elegido un texto de gran calado filosófico. Es de gran interés para cualquier practicante de artes marciales y no está exento de lectura complementaria, lo cual siempre es un aliciente para utilizarlo como ventana hacia otros universos escritos. El libro se titula en castellano «Zen en el arte del tiro con arco» y fue publicado por primera vez en el año 1953. Es un libro de experiencias y pensam...

El maestro. 71

Entender en qué punto del camino debemos pararnos para explicar lo inexplicable es trabajo de sabios, de ingenuos o de inagotables. El motivo de enseñar se difumina si no se encuentran escondidas las claves del misterio profundo de lo evidente. Nadie sabe nada y todo el mundo esconde en su interior todo el conocimiento necesario. El maestro lo sabe. El incauto permanece a la espera de que las revelaciones que debe construir ocurran como por arte de magia. Nada puede suscitar lo profundo sin una cuestión irresuelta. Dar esa luz es imposible sin haber germinado antes la oscura presencia de la duda. Es ahí donde radica el arte de enseñar. El enojo es el compañero del que aprende esperando que todo sea tal y como espera. El nombre no se revela, pero la luz comienza a aparecer al fondo de la primera pregunta. Es el maestro el que prende ese fuego, desde su ejemplo inmaculado o desde la oscura incoherencia que existe en la superficie de toda persona. No es bueno, no es ejemplar, no es impres...

Dao De Jing. Subir lento y bajar pronto. 66

Llevar tacones o ponerse de puntillas nos hace parecer altos como no somos. En el Tao la apariencia choca frontalmente con la realidad para conjugar sus pareceres. No podemos elevarnos más de lo que somos, pero ¿quién sabe realmente lo que es? El deseo de estar vinculado al mundo, de formar parte de él sin menoscabos no es cuestión baladí. Es el ignorante el que sueña con un trono solitario desde el que ser admirado pero incomprendido. La fama no es apta para aquellos cuya misión es mundana, diaria, constante y sin brillo. Es importante no aspirar a aquello para lo que no estamos hechos, para lo que no estamos preparados o para lo que sentimos que nos acabará destruyendo como a tantos. Las cimas están para escalarlas y bajar de ellas de inmediato. La visión, el eco de la imagen que nos permite el ascenso y la cima misma son ya diferentes cuando bajamos reflexionando sobre todo ello. La bajada entraña también sus peligros, pero el espíritu pleno por la cercanía del cielo sigue ensim...