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Gallos y perros a lo lejos

Crecemos, sin descanso, en cantidad y en calidad. El alma se perpetúa cuerpo tras cuerpo intentando mejorarse a sí misma cuando el velo de la ignorancia no se hace tan tupido como el enigma que nos separa de comprender racionalmente lo divino.
Crecemos y avanzamos en la historia de la vida conscientes de que la magnitud de lo que hagamos se diluirá con el tiempo, en apenas mil años pasajeros no quedará nada de este tránsito apasionado. Instruidos en esta realidad incuestionable, podemos decidir una vida con menos para ser más. Hemos crecido y no sabemos realmente si nos hemos equivocado al hacerlo. No sabemos si el futuro necesita muchas más almas para propagar nuestra existencia o si este crecer desmedido será la tumba que cavemos para, simplemente, dejar de ser.
El texto nos habla de reducción, de parar el trasiego de un lugar para otro y sentir el espacio y el tiempo presente que nos contiene en cada instante. Saborear nuestra comida, disfrutar lo que tenemos en una morada tranquila cerca de los que en verdad conocemos o creemos conocer.
El día y la noche se van perpetuando mientras viajamos juntos desde el fondo de lo que somos a la cúspide de lo que podremos ser cuando el espíritu se eleve de verdad. La guerra contra la naturaleza se ganó aplastándola sin percibir que nosotros, los humanos, éramos parte de ella. Nos hemos suicidado sin saberlo para disfrutar de un tiempo extraño de conjeturas sobre un futuro, uno cada vez es más oscuro de llenar tanto vacío con otros humanos cada vez más desconocidos.
Creced y multiplicaros es una señal que nos invita a mejorar y a vernos a nosotros mismos en los cuerpos y almas de los que nos rodean. Qué complejo entender palabras que la mera razón disfraza de oportunismo para que los más bajos instintos se apoderen de la ruta por descubrir. Qué razones ocultas existirán para este incuestionable desastre del progreso.

Extraño el enigma de la vida y extrañas las palabras del tiempo que nos llegan pidiendo reducción en un mundo en permanente crecimiento. Quizá el silencio nos hable más que estas palabras y el sentimiento que inunde nuestra anterior reflexión traiga más respuestas que preguntas. Difícil de entender cuando el hombre en su esencia quiere conocer de dónde viene el sonido del gallo en la lejanía.

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