Seguir el Tao no es difícil, basta con renunciar a lo
exterior para operar desde lo interior. Las frases controvertidas y los oscuros
pasajes dificultan su propia comprensión por esto mismo en un intento soslayado
de mostrarnos que debemos ahondar más para entender.
El silencio como virtud pasajera nos requiere y en sus
fauces misteriosas anidan las leves partículas de luz de lo pequeño, eso que
nos insinúa en susurros que la vida se nos escapa sin comprenderla. Para
hacerlo, luz. Para evitar la oscuridad en el tiempo luminoso es preciso abrir
la expectativa y destripar su inconsistencia. Después cerrar el espectáculo
imaginado para crear la pura visibilidad del instante presente, un instante en
el que el Tao se nos manifiesta en la comprensión de todo lo que emana de él.
En ese estado magnífico de comprensión deberíamos
regocijar nuestros presentes sin olvidar lo realmente importante en esta
alocada carrera hasta la nada. Es esta comprensión, esta forma de interceptar
la luz real que recibimos desde fuera, la que nos permite cerrar las ventanas
interiores que intentan cambiar los colores naturales del espectro que nos
forma. Somos luz y sentido derivado de ella. Un autosentido que el Tao nos
comunica si somos capaces de callar nuestra permanente preocupación por las
causas exteriores de nuestro ego comprometido.
El final no es tal si en nuestra búsqueda encontramos el
principio. Este principio, esta madre que da a luz la tierra, el universo y
todo lo que en él se manifiesta, no es apreciable directamente debido a su inconmensurable
proporción. Tan solo lo minúsculo derivado de él nos aproxima a intuir nuestro papel
en el enorme orden cósmico en el que navegamos a gran velocidad. El tiempo y el
espacio son la abertura y la puerta por la que se nos escapa la ilusión
espiritual que tanto ansiamos recuperar. Solo hay una salvación interior
posible, no puede ser dibujada, ni programada, emerge de un estado sobrio de
iluminación real desde el principio. Este estado nos exige la actitud de amor
propia entre una madre y su hijo y la comodidad derivada de su interacción
natural en la que tan solo media un amor sin razones.
Comentarios
Publicar un comentario