Ir al contenido principal

Caer hacia arriba

En otras entradas hemos tratado tangencialmente el fenómeno de las apariencias. Dadas las repetidas alusiones que aparecen en el texto sobre este tema, parece oportuno dedicar un instante a reflexionar sobre ello sin perder de vista el contexto general en el que el libro nos propone diluirnos. Hasta seis advertencias nos refleja el último texto sobre el que debatimos (8 – B7 – XLV, pag 233). Lo grande se hace pequeño al pasar por el filtro de nuestro intelecto. Lo que aparentemente es fácil de comprender entraña en sus más profundos fractales complejidades insospechadas, tanto en su propia naturaleza como en la dinámica que anima a todos bajo y sobre el cielo.
El escarmiento siempre acecha detrás de cada afirmación que osamos realizar sobre algo de semejante magnitud. Nuestra visión imperfecta, vacía, curvada, tartaja y torpe es del todo insuficiente para definir aquello que es más grande que la propia existencia que somos capaces de percibir. ¿Cómo alcanzar una visión más clara que impida a nuestro limitado raciocinio elaborar minúsculas hipótesis de aquello que no cabe en sus estrechos millones de neuronas? Quizá nos lo diera la reposada quietud en espera a que el cielo nos muestre, de soslayo, pequeños rayos de luz serena. El tiempo y el espacio siempre conjugados en esta trama de existir y dejar de hacerlo, son combinados preparados para que estemos, un preparado que no prepara nada ni nadie que podamos conocer.
Dimensiones, gravedades, espacios infinitos o múltiples universos no son más que pinceladas torpes de razón en un lienzo cuya profundidad es infinita ante nuestros ojos. No podemos verter en él más que nuestro estado sereno, nuestro instante de escucha sin palabras, sin definiciones, sin esperanzas de nada. Estar, ser, fundirse sin que por ello la palabra adquiera más significado que su sinónimo evidente de «desaparecer». El ego nunca está a la altura de lo que hay más allá de la cima de la montaña. Las nubes y su inconsistencia son una metáfora que el cielo se esfuerza en mostrarnos para que no avancemos más allá de lo que nos corresponde. Quizá la razón debe evolucionar lentamente tanto como lo hace el universo, quizá con las dudas de que exista un sentido propio para esto.
¿Cómo podemos dudar que, ante semejante tamaño, cualquier sentido que imaginemos no puede amplificar más que unos pocos instantes la realidad que nos afecta existencialmente?

El texto nos propone ver con claridad lo que hay detrás de las apariencias, no como respuesta a nuestras preguntas sino como propuesta de modificarlas para hacerlas más insustanciales, menos definitorias, más apropiadas. Lo perfecto, lo pleno, lo recto es inaprehensible para nosotros. Agitación y reposo son nuestra pura realidad, calor y frio hacen que el universo se detenga o que fluctúe como si de dos pilares del silencio se trataran. La esencia que proyecta nuestra falta de magnitud debe ser contrarrestada desde la simple comprensión de que todo esto nos supera. En esa superación, lo que parece, deja de parecer como constructo propio que pretende acercarse a un enorme vacío, el fondo siempre está tan alejados de nuestra vista que no podemos vislumbrar sus trayectos. Quién sabe si cayendo en él podamos ver lo que se oculta, aunque la velocidad de la caída emborrone el trayecto y finalmente no sintamos más que un enorme golpe en el que la energía y la materia se diluyan en el continuo que nos materializó, ¿quedarán entonces nuestras preguntas? Irónico pensar que desde esa fosa nos llegue algún sentido sobre el que podamos razonar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comenzamos en octubre 2013

Comenzamos en octubre el Club de Lectura Kan Li. La actividad del club estará centrada en los textos sobre artes marciales y todos los aspectos relacionados con ellas. Hemos abierto un apartado en este blog en el que se detallan las características generales del proyecto, nuestras motivaciones para ponerlo en marcha y su estructura general y de funcionamiento inicial. Todos los meses nos reuniremos para conversar e intercambiar impresiones sobre una lectura predefinida. El club está abierto a todos los alumnos de nuestra escuela que quieran participar. Para esta primera ocasión hemos elegido un texto de gran calado filosófico. Es de gran interés para cualquier practicante de artes marciales y no está exento de lectura complementaria, lo cual siempre es un aliciente para utilizarlo como ventana hacia otros universos escritos. El libro se titula en castellano «Zen en el arte del tiro con arco» y fue publicado por primera vez en el año 1953. Es un libro de experiencias y pensam...

El maestro. 71

Entender en qué punto del camino debemos pararnos para explicar lo inexplicable es trabajo de sabios, de ingenuos o de inagotables. El motivo de enseñar se difumina si no se encuentran escondidas las claves del misterio profundo de lo evidente. Nadie sabe nada y todo el mundo esconde en su interior todo el conocimiento necesario. El maestro lo sabe. El incauto permanece a la espera de que las revelaciones que debe construir ocurran como por arte de magia. Nada puede suscitar lo profundo sin una cuestión irresuelta. Dar esa luz es imposible sin haber germinado antes la oscura presencia de la duda. Es ahí donde radica el arte de enseñar. El enojo es el compañero del que aprende esperando que todo sea tal y como espera. El nombre no se revela, pero la luz comienza a aparecer al fondo de la primera pregunta. Es el maestro el que prende ese fuego, desde su ejemplo inmaculado o desde la oscura incoherencia que existe en la superficie de toda persona. No es bueno, no es ejemplar, no es impres...

Dao De Jing. Subir lento y bajar pronto. 66

Llevar tacones o ponerse de puntillas nos hace parecer altos como no somos. En el Tao la apariencia choca frontalmente con la realidad para conjugar sus pareceres. No podemos elevarnos más de lo que somos, pero ¿quién sabe realmente lo que es? El deseo de estar vinculado al mundo, de formar parte de él sin menoscabos no es cuestión baladí. Es el ignorante el que sueña con un trono solitario desde el que ser admirado pero incomprendido. La fama no es apta para aquellos cuya misión es mundana, diaria, constante y sin brillo. Es importante no aspirar a aquello para lo que no estamos hechos, para lo que no estamos preparados o para lo que sentimos que nos acabará destruyendo como a tantos. Las cimas están para escalarlas y bajar de ellas de inmediato. La visión, el eco de la imagen que nos permite el ascenso y la cima misma son ya diferentes cuando bajamos reflexionando sobre todo ello. La bajada entraña también sus peligros, pero el espíritu pleno por la cercanía del cielo sigue ensim...