Ir al contenido principal

Poner la otra mejilla desde el Tao

Es complejo abordar esta idea. Dejar de intervenir para poder intervenir. El sin sentido se torna mayúsculo cuando queremos impregnarlo de resultados.
La sombra de nuestro ego se disuelve progresivamente al ritmo que vamos comprendiendo estas palabras. El soneto de nuestra música depende de la ausencia de instrumento, de aire, de intérprete y de oyente. Quizá porque la música en si misma tiene otra naturaleza que va más allá de nuestra reducción al interpretarla. El sonido de la brisa, de las olas o del bambú al crujir por el viento son, por sí mismos, un instante en el aire que se nos aproxima para vibrar de algún modo en nuestras entrañas.
La adaptación como modelo de vida se dibuja finamente en una apuesta por el silencio frente al ruido. Intentamos callar nuestras voces interiores para ser capaces de escuchar lo que el pueblo, los buenos, los malos, los leales y los desleales tienen que decirnos. Pero al decirlo ellos no somos más que ellos mismos rebotando en un cuerpo que no aspira más que a estar presente, sin interferencias, para pronunciar cada día las palabras que le permitan comer, beber y, sobre todo vivir.
Diluir las dualidades nos permite silenciar el giro interminable de dos nacimientos simultáneos. Lo hacemos y con ello, con ese silencio momentáneo, nos oímos a nosotros. Dejamos de batallar en construir una estructura mental a partir de lo bueno y lo malo para explorar los misterios de la bondad como ejemplo. Es en ese momento cuando tenemos que  preguntarnos qué queremos. Cómo queremos conseguirlo y por qué. A costa de qué. Tan solo la claridad de las preguntas garantiza una respuesta útil a nuestro destino. Tenemos que aprender a preguntar mientras nos preparamos para la rudeza de las respuestas, para la dureza con la que la vida nos va a responder. Por este motivo no podemos abandonar el mundo si queremos entenderlo y si queremos que sus obstáculos sean nuestra real garantía de crecimiento.
Esta oportunidad, esta única acción posible ante el conflicto permanente de vivir o morir, exige bondad, sinceridad, carencia de prejuicios para el trabajo al que nos enfrentamos. Vamos a vivir cada instante, cada momento. Vamos a preguntarnos y mientras tanto, cuando estamos pronunciando mentalmente las palabras, la noche se cierne entre nubes que no acertaron a avisarnos.
Ser bueno, entender la bondad tal y como el libro nos propone, no entra en contradicción con la lucha permanente por la vida, con la defensa constante e incansable de nuestra misión sagrada entre los vivos.  Para ser buenos debemos encontrar nuestro sentido, nuestra misión personal y ser sinceros hasta las últimas consecuencias. Al entender nuestro sentido, solo los buenos actos nos guiarán y la comprensión de que lo simple nos aproxima al Tao en una medida indiscutible nos permitirá darle al corazón la calma que necesita para articular el gobierno de un mundo que nos espera, nuestro propio mundo interior conectado desde ahí con el universo que le rodea.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comenzamos en octubre 2013

Comenzamos en octubre el Club de Lectura Kan Li. La actividad del club estará centrada en los textos sobre artes marciales y todos los aspectos relacionados con ellas. Hemos abierto un apartado en este blog en el que se detallan las características generales del proyecto, nuestras motivaciones para ponerlo en marcha y su estructura general y de funcionamiento inicial. Todos los meses nos reuniremos para conversar e intercambiar impresiones sobre una lectura predefinida. El club está abierto a todos los alumnos de nuestra escuela que quieran participar. Para esta primera ocasión hemos elegido un texto de gran calado filosófico. Es de gran interés para cualquier practicante de artes marciales y no está exento de lectura complementaria, lo cual siempre es un aliciente para utilizarlo como ventana hacia otros universos escritos. El libro se titula en castellano «Zen en el arte del tiro con arco» y fue publicado por primera vez en el año 1953. Es un libro de experiencias y pensam...

El maestro. 71

Entender en qué punto del camino debemos pararnos para explicar lo inexplicable es trabajo de sabios, de ingenuos o de inagotables. El motivo de enseñar se difumina si no se encuentran escondidas las claves del misterio profundo de lo evidente. Nadie sabe nada y todo el mundo esconde en su interior todo el conocimiento necesario. El maestro lo sabe. El incauto permanece a la espera de que las revelaciones que debe construir ocurran como por arte de magia. Nada puede suscitar lo profundo sin una cuestión irresuelta. Dar esa luz es imposible sin haber germinado antes la oscura presencia de la duda. Es ahí donde radica el arte de enseñar. El enojo es el compañero del que aprende esperando que todo sea tal y como espera. El nombre no se revela, pero la luz comienza a aparecer al fondo de la primera pregunta. Es el maestro el que prende ese fuego, desde su ejemplo inmaculado o desde la oscura incoherencia que existe en la superficie de toda persona. No es bueno, no es ejemplar, no es impres...

Dao De Jing. Subir lento y bajar pronto. 66

Llevar tacones o ponerse de puntillas nos hace parecer altos como no somos. En el Tao la apariencia choca frontalmente con la realidad para conjugar sus pareceres. No podemos elevarnos más de lo que somos, pero ¿quién sabe realmente lo que es? El deseo de estar vinculado al mundo, de formar parte de él sin menoscabos no es cuestión baladí. Es el ignorante el que sueña con un trono solitario desde el que ser admirado pero incomprendido. La fama no es apta para aquellos cuya misión es mundana, diaria, constante y sin brillo. Es importante no aspirar a aquello para lo que no estamos hechos, para lo que no estamos preparados o para lo que sentimos que nos acabará destruyendo como a tantos. Las cimas están para escalarlas y bajar de ellas de inmediato. La visión, el eco de la imagen que nos permite el ascenso y la cima misma son ya diferentes cuando bajamos reflexionando sobre todo ello. La bajada entraña también sus peligros, pero el espíritu pleno por la cercanía del cielo sigue ensim...