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Abril 2014. Ciencias cognitivas y taichi




Para nuestra próxima cita nos hemos distanciado un poco del modelo literario escogido hasta ahora para adentrarnos en un interesante artículo que relaciona dos mundos no siempre emparentados de cara a la galería: la cognición y el Taijiquan.
El texto pertenece a un artículo escrito por D. Iván Redondo Orta del Departamento de Filosofía de la Universidad autónoma de Barcelona para la revista «Rahonar».
Esta revista es un referente en cuanto a la calidad de sus artículos y a las referencias nacionales e internacionales que han pasado por ella tales como Jürgen Habermas, Cristina Lafont o Agnes Heller, entre otros. Aparece en el año 1981 con la voluntad de establecer un medio de difusión de la filosofía catalana tocando temas tan diversos en el ámbito de la filosofía como este que tenemos entre manos.
El Taijiquan no ha sido siempre bien entendido en diferentes foros intelectuales de nuestro país. La banalización mediática que se ha hecho de sus profundos contenidos culturales, filosóficos, médicos o marciales, lo han llevado al terreno de la fantasmagoría propia de tendencias New Age, relacionándolo con todo tipo de invenciones preapocalípticas, o lo que hemos llamado a veces desde nuestra escuela guru-filamentosas.
Por desgracia, este desconocimiento entronca a la perfección con un país sin reglamentación de mínimos al respecto, con más pillos que pitillos y con muy pocos trabajos serios de investigación y divulgación que hagan justicia con la real magnitud de esta práctica.
En este artículo no solo sorprende la conexión que el autor establece entre estos dos mundos, particularmente me ha impresionado su comprensión de algunos detalles del arte que se manejan habitualmente en un nivel de práctica profundo, algo también bastante inusual en nuestro territorio.
El Know How y el Know What nos muestran dos caras muy precisas de una realidad que casi mata al Taijiquan en sus etapas tempranas de difusión en España, debatiéndose entre un aprendizaje de rituales extravagantes vinculados a tradiciones religiosas, con las que tenemos poco que ver, o entre una transferencia real de capacidades y conocimientos que permitan al interesado acceder a la experiencia real de la práctica, lejos de ver su imagen simplemente reflejada en un movimiento exógeno carente de trascendencia personal.
Este texto nos espera así como un interesantísimo debate sobre numerosas íes que están esperando sus puntos como agua de mayo, que para esta ocasión nos llegará en abril.

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